sábado, 7 de julio de 2007

La importancia del conocimiento en la arrogancia del borrego

[NOTA: el término “borrego” no pretende ser un insulto en general, mucho menos un insulto especista, aunque much@s se lo merezcan. Es un término metafórico para referirme al ciudadano/a conformista, de la misma manera que, siguiendo con la metáfora pastoril sobre esta civilización, nuestr@s am@s serían l@s pastores/as, l@s rebeldes, las ovejas negras y l@s policías, carceler@s, psiquiatras, periodistas y demás, los perros guardianes.]

Dice el dogma progresista que la ignorancia fortalece al fascismo y al conformismo, y que el conocimiento libera las mentes. Incluso, algun@s han inventado un axioma por el cual la educación, las noticias, etc. son una fuerza liberadora que ayuda al ser humano a desarrollar sus potencialidades.
No es eso lo que indican los hechos: en los últimos 30 años han alcanzado su máxima expansión histórica los medios de comunicación, las escuelas, etc. e incluso ha aparecido Internet y ya llega a millones de ordenadores, ¿resultado? Cero revoluciones, cero revueltas, si exceptuamos la de Chiapas, llevada a cabo por humildes campesin@s amerindi@s sin ordenadores ni material hi-tech. Llevaban rudimentarias armas de fuego y, sin duda, su principal arma era su determinación de hacerse respetar o morir en el intento.

Más aún: l@s communards, l@s revolucionari@s rus@s del 17, l@s españoles/as del 36, l@s chilen@s de principios de los 70, ... no vivían (o no tanto) en la sociedad del espectáculo.
Ell@s, como much@s de l@s actuales habitantes del Tercer y Cuarto mundos, eran personas humildes. Probablemente, no creían estar en posesión de la verdad, pero sí estar luchando por una verdad subjetiva que prometía justicia y paz, en ese orden.
El ciudadano medio primermundista de hoy, el hombre-borrego, inmerso en la sociedad del espectáculo, ha aprendido una serie de dogmas con sus padres y sus profesores/as y los repite como un lorito: no podemos respetar a la Madre Tierra, porque eso sería volver a la edad de piedra (imperdonable crimen) y el “progreso” impone ir forzosamente hacia adelante; no podemos respetar a los demás animales, porque nos moriríamos desnutrid@s y, además, ell@s son medios puestos ahí para satisfacer nuestros fines; no podemos organizar la política, la economía – la sociedad, en definitiva – porque eso es imposible por decreto, etc., etc. Así pues, como dijo Bush senior (¿o fue la Thatcher?) “no hay alternativa”. Las cosas son como son, y todo cambio sustancial es imposible.

El borrego cree en estos prejuicios. Los ha abrazado como dogmas que le permiten vivir su vida miserable sin tener que luchar por nada o casi nada y, lo que es peor, intentará transmitirlos a quienes hablen con él, incluso si son sus hij@s (especialmente en este caso).
¿Tiene algo que ver la gran cantidad de información de este orden con esta prepotencia? ¡Desde luego que sí!

• El ciudadano primermundista va al colegio desde los 4 o 6 años (aprox.) hasta los 15 o 16 y, aunque a partir de la adolescencia se le desarrolla de forma explosiva la capacidad de cuestionarse las cosas, lo más probable es que sólo se cuestione por qué beber en los bares es tan caro o por qué sus padres son tan meticones.
• Recibe un auténtico bombardeo por saturación, de información, a través de los media y, particularmente, de la televisión e Internet. Además, dispone de toda clase de informes y ensayos sobre los más variados temas, que refuerzan, así, su sensación de estar bien informado. De nuevo, el orden espectacular sustituye la calidad por cantidad y lo que prima no es que la información sea buena, sino que sea mucha.
• El desarrollo de la industria turística también juega su papel y, así, un europeo o estadounidense que ha pasado una semana tomando el sol en las playas de Phuket cree conocer la vida de l@s tailandeses/as.
• En el tema del conocimiento juega un papel considerable la universidad: no es sólo una fábrica de informátic@s, ingenier@s, etc. para el mercado, también – en gran medida – es una fábrica de creíd@s y de expert@s. El titulado y, sobre todo, el doctorado es un experto en su tema y su capacidad de teorizar (de forma más o menos estéril, más o menos fértil, da igual) será aplaudida por alguien pase lo que pase. No importan las aplicaciones prácticas, importan la investigación y el conocimiento como una especie de ejercicio de onanismo colectivo en un peep-show (cada titulación unversitaria tiene su constelación de publicaciones, sitios web, etc. donde l@s titulad@s presumen de sus teorías, hallazgos y demás... y que casi nadie más que ell@s lee).
L@s defensores/as de estas labores dirán que todo ello se hace de cara a la práctica. Para saber hasta qué punto es esto cierto, sólo hay que observar cuánto se teoriza sobre la pobreza, la precariedad, la miseria, etc. y qué poco se hace para acabar con ello.

¿Vale la pena seguir predicando la revolución en el Primer Mundo, en el reino de los media, la educación pública, etc.? No lo creo. Probablemente, lo mejor que podamos hacer sea buscar mentes más humildes, más abiertas (“más ignorantes”, dirían algun@s) y hablar con ell@s.

Bruno Rogero 7-V-07

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante el post. Me parece complicado determinar el papel de la educación y los medios de comunicación en la gente, pero está muy bien que se planteen estos temas y nos hagan pensar y debatir.

Quería puntualizar una cosa. En chiapas la primera gente que se echó a la selva como guerrilleros no eran indios campesinos, sino mexicanos mestizos provenientes de los movimientos sociales de las ciudades. De hecho el subcomandante Marcos se cree que era profesor de universidad! Y además la tecnología e internet sí que jugaron un papel importante en dar a conocer su lucha e internacionalizar la solidaridad con ella.

Otra cosa que me viene a la mente es que los militantes anarquistas de otras épocas se esforzaban por culturizarse y culturizar a los demás obreros o campesinos (aunque, eso sí, muchas veces de forma autodidacta). Quizá el problema está en qué conocimientos adquirimios, si aprendemos de quienes tienen el poder o de quienes quieren ser libres.

La educación y la información pueden dar diferentes resultados depende de quien la reciba. Puedes estudiar en el istituto en historia la revolución del 36, o leer en lengua "Luces de Bohemia", o mil ejemplos que a muchos de nosotros pueden evocarnos fantasías de libertad y revolución. Pero a la inmensa mayoría éso sólo va a a aburrirles y sumirles más en su apatía. Quizá hay algo más que nos impulsa a acutar como borregos, que hace que ya estemos muertos por dentro a la hora de recibir educación/información.

"lo mejor que podamos hacer sea buscar mentes más humildes, más abiertas (“más ignorantes”, dirían algun@s) y hablar con ell@s"

Creo que aquí está la clave del asunto. Tenemos que comunicarnos con las mentes más abiertas. ¿y cómo se hace eso? Creando cultura, creando información y educiación. Pero no la que nos imponen/venden los poderosos, sino la nuestra propia. El anarquismo (y demás tendencias socialistas y/o libertarias) durante toda su historia ha creado una cultura propia cuyas ideas han perdurado y que es lo que permite que hoy podamos ser anarquistas.

Uno de nuestros objetivos debería ser difundir y contribuir a esa cultura, que es lo que nos impulsa a soñar y luchar por ser más libres en nuestras vidas.

http://anarkoduende.wordpress.com
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Si no tenéis sueños acostumbraos a tener dueños

Mr. Brown dijo...

Buenas, anarkoduende

como autor del artículo, quizá debiera precisar mi posición: no pretendo decir que "el hombre es bueno por naturaleza y la cultura le corrompe", en plan Rousseau. Lo que pasa es que no entiendo ese rollo (que se da dentro del anarquismo) de que la cultura (así, en general), nos libera y nos hace mejores y todo eso.

También quería defender, de paso, que los valores anarquistas no están en la obra de Kropotkin y Anselmo Lorenzo (mucho menos en la de Bakunin o Proudhon), sino en la misma realidad - lo cual no quiere decir que sean la Razón Objetiva y Perfecta - y cualquiera, cultivado o analfabeto, puedo encontrarlos observándola.

Creo sinceramente que las ingentes dosis de información que nos despachan en esta sociedad contribuyen a que l@s borreg@s se atrincheren en sus prejuicios.